Abuso sexual infantil en mujeres: No estás rota
Por Daniela Bustos Páez

El abuso sexual infantil es una herida profunda, una injusticia que nunca debió ocurrir. Muchas mujeres que lo vivieron han crecido con la sensación de que algo en ellas está roto, de que su dolor es un peso que deben llevar en silencio. Pero aquí está la verdad: no estás rota.
La violencia que sufriste no te define. Lo que te hicieron no borra tu valor ni tu derecho a una vida plena. Y aunque las cicatrices emocionales pueden estar ahí, también está la posibilidad de sanar, reconstruirte y vivir con libertad.
Sanar del abuso sexual infantil no es solo un proceso personal, sino un acto de resistencia. Es desafiar el silencio, el estigma y la culpa impuesta por una sociedad que muchas veces ha preferido mirar hacia otro lado. Es reclamar el derecho a vivir sin miedo, a confiar, a sentir placer, a ser feliz.
Las cicatrices invisibles: Cómo el abuso deja huellas en la adultez
El abuso puede quedar en el pasado, pero sus efectos suelen manifestarse en la vida adulta de muchas maneras. Y no siempre es fácil identificar la conexión entre lo que ocurrió en la infancia y lo que sentimos hoy. Algunas mujeres lo recuerdan con claridad, mientras que otras tienen memorias fragmentadas o bloqueadas. En ambos casos, el impacto puede aparecer en forma de:
- 💜 Dificultades en la intimidad y la sexualidad: Algunas mujeres sienten miedo al contacto físico o al placer, mientras que otras pueden involucrarse en relaciones impulsivas, buscando inconscientemente reparar lo que les fue arrebatado.
- 💜 Relaciones poco saludables: La baja autoestima y la falta de confianza pueden llevar a la dependencia emocional o a la repetición de dinámicas de abuso.
- 💜 Ansiedad, depresión y ataques de pánico: Emociones como el miedo, la angustia y la tristeza pueden aparecer sin una causa aparente, cuando en realidad son el eco de un trauma no procesado.
- 💜 Autodesprecio y culpa: Muchas sobrevivientes se culpan por lo que vivieron, cuando en realidad la responsabilidad es únicamente del agresor. Esta culpa impuesta puede llevar a la autoexigencia extrema, la autolesión o el abuso de sustancias.
- 💜 Sensación de vacío o desconexión con una misma: Algunas mujeres sienten que no pueden confiar en sus emociones, que no tienen un sentido de identidad sólido o que están “desconectadas”.
Lo que es importante recordar es que nada de esto es un defecto personal . Son respuestas emocionales naturales a un trauma que nunca debió ocurrir. Y, lo más importante, se pueden transformar.
El peso de la vergüenza y la culpa: Devolver la responsabilidad a quien corresponde
Uno de los efectos más dañinos del abuso sexual es la vergüenza. Desde niñas, muchas mujeres han sido enseñadas a creer que la culpa es suya: “¿Por qué no dijiste nada?”, “¿Por qué estabas ahí?”, “Seguro algo hiciste”.
Pero el abuso nunca es culpa de la sobreviviente.
No importa si eras una niña confiada. No importa si el agresor era un familiar, un maestro, un vecino o alguien en quien confiabas. No importa si nadie te creyó o si te enseñaron a callar. El abuso es un crimen que ocurre porque alguien con más poder decide aprovecharse de la vulnerabilidad de otra persona.
Bass y Davis, en El coraje de sanar, explican que muchas sobrevivientes han sido condicionadas para ver el abuso como algo que deben ocultar, ignorar o minimizar. Pero reconocer lo que pasó y ponerle nombre a la experiencia es el primer paso hacia la sanación. Una de las estrategias más efectivas es cambiar la narrativa interna: en lugar de preguntarnos “¿por qué me pasó esto?”, podemos preguntarnos “¿qué puedo hacer para sanar y vivir en plenitud?”.
Sanar no significa olvidar. Significa entender que lo que pasó no nos define y que podemos escribir nuestra propia historia
Sanar como acto de resistencia
Las mujeres hemos sido educadas para callar, para complacer, para minimizar nuestro dolor. Pero sanar es un acto de rebeldía. Es desafiar la vergüenza impuesta y recuperar el poder sobre nuestra vida. Es elegir, cada día, un camino de amor propio y libertad.
- 🔥 El derecho a existir sin miedo.
- 🔥 El derecho a confiar y ser respetadas.
- 🔥 El derecho a habitar nuestro cuerpo con orgullo y placer.
- 🔥 El derecho a construir relaciones sanas, sin repetir patrones de abuso.
El proceso de sanación no es lineal ni inmediato. Habrá días de avance y días que se sientan de retroceso. Pero cada paso cuenta. Y algo fundamental es recordar que no estás sola. Hay una comunidad de mujeres que han transitado este camino, que han aprendido a sanar y que hoy viven con más paz, amor propio y fuerza.
Mujeres que sanan: Recuperando la voz y el cuerpo
Si algo de lo que has leído resuena contigo, este es tu recordatorio: tienes derecho a sanar.
Tienes derecho a pedir ayuda. Tienes derecho a enojarte. Tienes derecho a sentir, a llorar, a cuestionar. Tienes derecho a reconstruirte en tus propios términos.
Porque no estás rota.Porqueel abuso no define quién eres. Porquepuedes sanar y vivir libre.
Si sientes que necesitas acompañamiento en este proceso, aquí estamos para caminar contigo. Agenda una sesión y da el primer paso hacia tu recuperación. No porque necesites ser “arreglada”, sino porque mereces vivir sin las cadenas que otras personas intentaron imponerte.
Bibliografía
- Bass, E., & Davis, L. (1988). El coraje de sanar: una guía para mujeres sobrevivientes de abuso sexual infantil. Harper & Row.
- Canales, J. (2015). El cristal roto: Sobreviviendo al abuso sexual en la infancia. México: Ediciones Urano.
- Herman, J. L. (1992). Trauma and Recovery: The Aftermath of Violence—From Domestic Abuse to Political Terror. Nueva York: Basic Books.